

26.
El día de hoy cumplo 27 años. Tenía planeado que esta entrada fuera divertida, un recuento de las cosas que aprendí… Fue entonces cuando me di cuenta que poco después de cumplir 26 mi abuela falleció y poco antes de cumplir 27 un amigo fue asesinado. Me es imposible no pensar en estas personas que perdí en este año. Así que mientras estoy sentada en la sala, escribiendo esto quiero recordar mis 26 como lo que fue y no como lo que me gustaría que hubiese sido.
Creo que mis 26 fueron un torbellino de emociones, tanto buenas como malas. Aprendí más de lo que esperaba, todas esas cosas que me ayudarían a progresar en mi camino. Algo que me dijo mi terapeuta y que me dejó bastante marcada fue que se necesita ser muy valiente para mirar al pasado, pero todavía más valiente para seguir viviendo tu presente.
Aprendí que 26 realmente son bien poquitos, pero para lo que verdaderamente importa, son suficientes.
Aprendí que me falta toda una vida por vivir y que literal, cualquier momento puede ser el último.
Descubrí el poder de las terapias, más cuando te toca estar en medio de una guerra y no debes luchar, sólo hacer la paz.
Me tocó viajar hasta las nalgas de cruda y recordé porque no es una experiencia que disfrute revivir.
Me tocó vivir uno de mis mayores miedos: mi abuela falleció y no pude decirle adiós.
Hubo días en los que no quería salir de cama y enfrentar al mundo, hubo muchos otros en los que no quería irme a dormir.
Aprendí lo que es amar sin esperar nada a cambio, es cansado y consume mucha energía, pero al final del día siempre me sentí feliz.
Aprendí a diferenciar quienes son mis amigos y quienes son sólo conocidos.
Cuidar de mi cuerpo tanto como de mi mente es amor propio y no vanidad. Balance de cuerpo, mente y alma.
Me tocó curarme el corazón roto a mí misma, a tomar lo «malo» como aprendizaje, a dejar ir cuando no quieres dejar ir y sobre todo: disfrutar cada momento.
Me re-enamoré de mi casa, comencé a dedicarle tiempo y a invertir para sentir mi hogar más mío. Detalle que estoy extendiendo en la casa en tabasco.
Hice las pases con mi vida espiritual. No he dejado de leer, estudiar y meditar para mantener ese balance.
Libros. Salí del bache de lectura, vendí libros, empaqué libros…
Me enamoré de los podcasts, no me he cansado de recomendarlos.
A mis 26 aprendí la importancia de respirar. Puede sonar a chiste cuando sufro de rinitis por alergia y tengo asma; pero aprendí a respirar para controlar la ansiedad y eso me da una vida más o menos normal.
Me re-conecté con personas maravillosas.
Me hice tía dos veces. Elisa y Mateo son de mis highlights de este año.
Nunca me había sentido tan agradecida en mi vida. Tanto por las cosas buenas como por los retos y hasta los infiernos que tuve que vivir.
Agarré el pedo como nunca antes, me divertí y la vida sigue.
Aprendí que soy dueña de mi propia paz y que yo solita me ponía en situaciones cero agradables.
Me di cuenta que mi vida ha sido maravillosa y que los mejores días de mi vida aún no llegan.
Aprendí que se vale permitirse días en los que no quieres salir al mundo, no más de un día al mes, tho.
Me cuidé, me respeté y alejé de todo aquello que no me permitiera crecer.
Me di cuenta que muchas veces nuestro problema es que no sabemos lo que queremos.
Aprendí a ser paciente y a trabajar a diario por conseguir mis metas.
No hubo un sólo día que no aprendiera algo nuevo. Lo que me gusta, lo que no me gusta, descubrir exactamente lo que quería y hasta el recordatorio que las personas son sólo personas.
Hoy que cumplo 27 me digo a mí misma, sigue creciendo Pau, sigue luchando por las cosas en las que crees.
Sigue amando, sigue tropezando, sigue viajando, sigue inspirándote, sigue escribiendo, sigue luchando, sigue así… valiente.
Sigue siendo agradecida por todas las lecciones, por y con todas las personas, por todo el amor que te rodea y que sigues dando.
No dejes que esa luz se apague.
Sigue sonriendo y abriendo tu corazón, sigue corriendo contra el viento, sigue mirando las estrellas sobre pasto mojado. Sigue cuidando de ti.
Se feliz.
